Emoción del Hallazgo

Esta cuarta Lección magistral Andrés Laguna, que me honro en pronunciar, lleva por título La emoción del descubrimiento científico. La desarrollaré en los 7 apartados siguientes: 1. A modo de introducción; 2.

Cuatro notables experimentos; 3. Algunos experimentos propios; 4. Algunos experimentos del doctor Andrés Laguna; 5. Disfrutar de la ciencia; 6. Corolario: sin piedras no hay arco; y 7. En Las ciudades invisibles Italo Calvino relata una conversación entre Marco Polo y Kublai Kan:. Kublai Kan permanece silencioso, reflexionando.

Después añade:-¿Por qué me hablas de las piedras? Es solo el arco lo que me importa. Marco Polo responde:-Sin piedras no hay arco». Esta conversación entre Marco Polo y Kublai Kan inspira este relato sobre mi visión de la ciencia, las emociones que entraña su práctica y la importancia relativa de los experimentos notorios y de los, aparentemente, menos relevantes.

Corría el año cuando, en su laboratorio de la estadounidense Universidad John Hopkins, el joven Tracy Sonneborn buscaba las condiciones precisas para que 2 tipos de paramecios formaran una especie de puente por el que pudieran intercambiar material genético.

Durante varios meses Tracy había estado mezclando varias parejas de paramecios utilizando los más variados medios de incubación, sin resultado alguno. Tras una jornada de trabajo agotador y, cuando a altas horas de la noche se preparaba para irse a casa, mezcló una última pareja de paramecios que comenzaron a conjugarse entre sí y a formar agregados.

Presa de una excitación rayana en el delirio buscó por los desiertos laboratorios a algún colega para compartir con él tamaño acontecimiento.

No encontró a nadie. Corrió al vestíbulo del edificio y arrastró al vigilante hasta el microscopio para que observara la espectacular reacción.

Es probable que el vigilante creyera que el joven biólogo sufría un ataque de locura y que no entendiera la importancia del experimento de Tracy Sonneborn, que abrió la puerta al estudio de la genética de organismos unicelulares protozoarios.

Con un imponente trabajo en solitario y medios rudimentarios, Santiago Ramón y Cajal perfiló su afamada teoría neuronal a principios del siglo xx.

La teoría interponía un espacio sináptico entre neurona y neurona, que el potencial de acción tenía que salvar para comunicarse entre sí o con las células que inervan. Ello planteó el reto de resolver el dilema entre la naturaleza eléctrica de la neurotransmisión, que encajaba en la teoría reticularista de Camillo Golgi y su naturaleza química, que se adaptaba mejor a la teoría neuronal de Cajal.

Una noche de , un fisiólogo judío alemán llamado Otto Loewi, soñó el protocolo de un experimento que le había estado rondando la cabeza durante 15 años.

Como el niño de Machado, Otto Loewi tuvo un segundo sueño pero esta vez, cuando despertó de madrugada, anotó el protocolo en un papel y se fue inmediatamente al laboratorio.

Disecó 2 corazones de rana y registró su latido espontáneo en un quimógrafo. Cuando estimuló el nervio parasimpático el corazón donador dejó de latir, hecho ya conocido, pero cuya naturaleza eléctrica o química se ignoraba. Sorprendentemente, cuando Otto Loewi transfirió la solución salina que bañaba el corazón donador cuyo nervio parasimpático había estimulado, al corazón receptor no estimulado, este también se paró.

Como los 2 corazones estaban en recipientes separados, era imposible que se transmitiera señal eléctrica alguna del uno al otro. Por ello dedujo que el líquido que había bañado el corazón donador durante la estimulación de su nervio parasimpático tenía que contener una sustancia liberada de las terminaciones nerviosas parasimpáticas que, puesta en contacto con el corazón receptor causaría los mismos efectos que en el donador, su parada.

Más tarde, Otto Loewi demostraría que esa sustancia era la acetilcolina. Cuando Otto Loewi recibió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en , los nazis le desposeyeron de su cátedra y le incautaron sus bienes, incluido el importe del Nobel.

Afortunadamente logró emigrar desde Alemania a los Estados Unidos, en cuya Universidad de Harvard continuó su brillante carrera científica. En Robert Francis Furchgott desarrolló una preparación de aorta torácica aislada que cortaba en tiras helicoidales siguiendo la trayectoria de sus fibras musculares lisas.

De esta manera, cuando las tiras se sumergían en un recipiente con solución salina y se exponían a la adrenalina, se contraían vigorosamente. Por entonces se sabía que administrada intravenosamente a un animal la acetilcolina producía un rápido enlentecimiento del corazón, vasodilatación y caída de la presión arterial.

Por ello, Furchgott no dudó que la acetilcolina relajaría la aorta previamente contraída. Para su sorpresa, no fue así. Paradójicamente, la acetilcolina produjo incluso una mayor contracción.

Esta intrigante paradoja, vasodilatación en el animal intacto y vasoconstricción en el vaso aislado, no abandonaría su cabeza en el siguiente cuarto de siglo.

La solución a la paradoja vendría de un error en un protocolo experimental, como sucede tantas veces en la práctica de la ciencia. El día 5 de mayo de Furchgott escribió en el cuaderno de su técnico, David Davison, un experimento con un protocolo que consistía en la preparación de anillos de aorta de conejo y en el registro de sus contracciones en respuesta a la adición de 3 fármacos, fenoxibenzamina, acetilcolina y adrenalina.

David se equivocó y adicionó primero adrenalina, que produjo una contracción del anillo aórtico; antes de retirar la adrenalina adicionó acetilcolina, que produjo una inesperada relajación.

En los 25 años que precedieron a este experimento la acetilcolina siempre había producido contracción del tejido aórtico. Por primera vez en ese cuarto de siglo la acetilcolina se comportaba de la manera esperada en el vaso aislado, pues su efecto en el animal intacto siempre fue de vasodilatación e hipotensión.

Puesto que la vasorregulación acetilcolínica se había producido en un anillo de aorta, Furchgott y David se enzarzaron durante varias semanas en el estudio de las respuestas de los anillos y las tiras helicoidales. La acetilcolina relajaba los primeros, pero no las segundas. Observó que durante su preparación, David cortaba las tiras helicoidales apoyándose en los dedos y luego secaba el tejido en papel de filtro, lo que producía un involuntario legrado del endotelio vascular.

Durante la preparación de los anillos, sin embargo, no se manipulaba la íntima vascular y el endotelio permanecía intacto.

De hecho, en sucesivos experimentos Furchgott y David observaron que en las tiras helicoidales preparadas cuidadosamente la acetilcolina producía una relajación similar a la de sus anillos.

Con la colaboración de David y del posdoctorando John Zawasdky, el laboratorio de Furchgott demostró con otros numerosos experimentos que la vasodilatación acetilcolínica necesitaba la presencia de endotelio. Furchgott pensó con razón que el endotelio vascular podría ser la fuente de un factor vasodilatador que se liberaba por la acetilcolina y que bautizó como EDRF, acrónimo del inglés «factor relajante de origen endotelial».

En años sucesivos se produjo una competición para identificar la naturaleza química del EDRF. Ferid Murad y Louis Ignarro sugirieron que el vasodilatador coronario nitroglicerina ejercería su efecto por un mecanismo similar al EDRF, vía síntesis de GMP cíclico, y Furchgott sugirió que el EDRF podría ser el óxido nítrico.

Pero fue Salvador Moncada quien inequívocamente demostraría que el EDRF era óxido nítrico e identificó su ruta biosintética. Pero Moncada fue injustamente excluido del Premio Nobel de Fisiología o Medicina que compartieron Robert Furchgott, Louis Ignarro y Ferid Murad en En una de sus visitas a Madrid llevé a Furchgott al museo Thyssen-Bornemisza.

Tras recorrer algunas galerías tomamos unos emparedados y me contó, con su lenguaje pausado, los pormenores de su famoso experimento y también la importancia crucial del trabajo de Moncada.

En los años 70 del siglo pasado un físico, Erwin Neher, y un médico, Bert Sakmann, trabajaban en el Instituto Max-Planck de Gotinga en el desarrollo de una refinada técnica electrofisiológica para registrar la diminuta corriente que fluye a través de un solo canal iónico.

Para ello necesitaban construir un amplificador mucho más potente que los disponibles en aquel momento, tarea que desarrollaba el físico, y un modelo celular cuya membrana contuviera una alta densidad de canales asociados a receptores nicotínicos, tarea que desarrollaba el médico. Durante su estancia en el laboratorio de Bernard Katz, en el University College London, Sakmann había aprendido que al denervar el músculo esquelético de la rana aumentaba drásticamente el número de canales nicotínicos que se esparcían por toda la superficie de la célula.

Neher y Sakmann pulieron con calor la punta de una micropipeta de vidrio que medía apenas una micra de diámetro. Al contactar con la limpia superficie de un miocito del músculo denervado de la rana, observaron que se formaba un sello entre la membrana celular y la punta de la pipeta.

Sin embargo, el sello era laxo y, por ello, el microparche de la membrana no estaba bien aislado eléctricamente de su entorno, lo que dejaba escapar parte de la corriente que fluía por el canal. A pesar de ello, en , Bert y Erwin dieron a conocer los primeros registros de la corriente que fluye por un solo canal.

Hacía décadas que los electrofisiólogos buscaban la forma de resolver lo que llamaban el ruido eléctrico de la membrana, que era un reflejo del cierre y apertura estocásticos de canales iónicos individuales, en el conjunto de la dotación de canales de una célula.

Por ello, los registros iniciales publicados por Neher y Sakmann, aunque ruidosos, despertaron gran interés, si bien la técnica de patch-clamp , que así la bautizarían, no tuvo inicialmente amplia difusión. Erwin Neher invirtió nada menos que 5 años en convertir el sello laxo de en el gigasello de Para ello tuvo que mejorar la firmeza del sello pipeta-membrana por un factor de a 1.

Lo consiguió con la utilización de una pipeta nueva para cada sello, con su punta bien pulida y limpia y mediante un truco que todavía hoy se continúa practicando, la aplicación de una ligera succión a través de la pipeta, una vez que su punta contacta con la superficie de la célula.

De esta manera, Erwin logró introducir en la punta de la pipeta un pequeño parche de la membrana, lo que favoreció la formación del ansiado gigasello. Ello permitió, en las 3 décadas siguientes, el registro de corrientes de canal único o globales, en todos los sistemas celulares explorados en cientos de laboratorios de todo el mundo.

Una vez más la emoción del descubrimiento se refleja en algún hecho aislado, a veces casual, pero siempre perseguido con infatigable encono. En , un año antes de que se le concediera el Premio Nobel de Fisiología o Medicina, Erwin Neher pasó unas semanas en mi laboratorio montando mi primer equipo de patch-clamp y adiestrando en su manejo a 2 de mis colaboradores.

En una escapada que hicimos a Cuenca, Erwin me comentó las circunstancias que le condujeron al gigasello. A primera hora de un sábado de Erwin preparó una colección de micropipetas con su punta pulida al fuego.

Las colocó en un recipiente herméticamente cerrado para evitar que, a lo largo del día, la punta de las micropipetas se contaminara con una motita de polvo. Consideraba Erwin que si quería obtener un firme sello la redondeada punta de la micropipeta tenía que estar limpia al contactar con la superficie de la célula.

Tras probar decenas de pipetas a lo largo del día, sin lograr establecer un gigasello, Erwin decidió prolongar la exhaustiva jornada del sábado para utilizar unas cuantas pipetas que le quedaban y que, al día siguiente, serían inservibles.

De repente una micropipeta le funcionó y pudo ver en el osciloscopio que el gigasello de alta resistencia no dejaba escapar la corriente por el diminuto parche formado entre la punta roma y limpia de la pipeta y la delicada membrana plasmática.

Cinco años persiguiendo la forma de establecer el gigasello y aquella tarde del sábado por fin lo tenía en sus manos. Erwin Neher y Bert Sackmann eran jóvenes cuando recibieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en En las décadas siguientes hicieron méritos suficientes para un segundo Nobel, pues con sus poderosas técnicas de patch-clamp esclarecieron múltiples aspectos relacionados con la dinámica del calcio, la exocitosis y la transmisión sináptica del impulso nervioso.

Debo mi condición de farmacólogo a la influencia del adelantado de la farmacología española, el profesor Teófilo Hernando Ortega, quien me puso en contacto con el profesor Benigno Lorenzo Velázquez y este, a su vez, me presentó al profesor Pedro Sánchez García, que acababa de regresar de Nueva York, en donde había hecho su posdoctorado en el laboratorio de Robert Furchgott.

Don Pedro dirigió mi tesis doctoral sobre un tema relacionado con el transportador de noradrenalina en las terminaciones axonales simpáticas del corazón de cobayo. Siguiendo los pasos del profesor Sánchez García, hice mi posdoctorado en el departamento de farmacología que dirigía Furchgott, con la dirección del profesor Sada Kirpekar.

Allí inicié el tema de trabajo que cultivaría durante las 4 décadas siguientes, la regulación fisiofarmacológica de la neurotransmisión. Me cautivó particularmente el estudio del transporte axoplásmico de vesículas sinápticas, tema que abandoné años después.

Tras mi reincorporación a España, en la Universidad de Valladolid inicié mi propia línea de investigación sobre la regulación de la liberación por exocitosis del neurotransmisor simpático noradrenalina y de la adrenalina en las células cromafines de la médula suprarrenal, preparación esta última que atraería mi interés en las siguientes décadas.

En la Universidad de Valladolid coincidí con mi admirado amigo Carlos Belmonte quien, años después, se embarcaría en la titánica tarea de poner en marcha la Facultad de Medicina de la Universidad de Alicante y, más tarde, el Instituto de Neurociencia del CSIC-Universidad Miguel Hernández.

Carlos tiró de mí y yo me dejé arrastrar por su incombustible entusiasmo, para colaborar con él en el desarrollo de unos departamentos de fisio-farmacología en los que se practicara ciencia de calidad, que más tarde serían el embrión del hoy afamado Instituto de Neurociencia.

Uno de los experimentos favoritos de aquella etapa fue el uso de un nuevo activador de canales de calcio que me facilitó Bayer, que permitió esclarecer la contribución de esos canales y la del catión calcio al disparo de la neurosecreción.

Los últimos 28 años los he pasado en mi actual destino, la Facultad de Medicina de la UAM, cuyo Departamento de Farmacología y Terapéutica, que creara el profesor Pedro Sánchez García, ha sido y es un modelo de buena ciencia y docencia farmacológicas.

De todos los experimentos realizados en la UAM durante más de un cuarto de siglo, por docenas de mis colaboradores en las áreas de la neurotransmisión y la neuroprotección farmacológica, me gustaría destacar el estudio de las alteraciones que sufre el poro de fusión exocitótica en un modelo de ratón transgénico que reproduce, con bastante fidelidad clínica, la esclerosis lateral amiotrófica humana familiar; esas alteraciones dan lugar a un enlentecimiento de la exocitosis que podría explicar algunas de las disfunciones sinápticas que acontecen en esta incapacitante enfermedad neurodegenerativa.

Este estudio acaba de ver la luz, para satisfacción y recompensa al esfuerzo realizado por los 10 colaboradores actuales de mi laboratorio. Andrés Laguna fue un médico humanista especialmente dedicado a la farmacología y a la botánica médica. Hijo de un médico judeoconverso, estudió 2 años en Salamanca y en se graduó en artes y medicina en París.

Se formó también en lenguas clásicas con helenistas y latinistas, para poder leer en lengua original a Dioscórides. De hecho, su interés por la botánica médica se refleja en el hecho de que en los Países Bajos y en otros lugares de Europa en los que vivió, hizo herbolarios para comprobar las prescripciones de Dioscórides.

La Universidad de Bolonia le nombró doctor y fue médico del Papa Julio III y, más tarde, y de regreso en España también lo fue de Carlos I y Felipe II.

Fue un típico homo universalis del Renacimiento. Su más celebre experimento fue la traducción castellana de la Materia médica de Dioscórides, con interesantes comentarios y adiciones que doblan el texto original.

Laguna comprobó en persona todas las prescripciones de Dioscórides y añadió sus propias observaciones, opiniones y experiencia como botánico y farmacólogo que había experimentado con hierbas recogidas en numerosas zonas de Europa y las costas mediterráneas.

Su texto se imprimió por vez primera en Venecia en , se reimprimió en Amberes en y se reeditó 22 veces hasta finales del siglo xviii. Entre y Laguna fue contratado como médico por la ciudad de Metz, en Francia.

En esta ciudad llevó a cabo una experiencia para demostrar que la acusación de brujería a una pareja de ancianos encarcelados por haber causado una grave enfermedad al Duque de Lorena, del que Laguna era su médico, no tenía fundamento.

Cogió el ungüento de color verde y fuerte olor que se descubrió en el lugar donde vivían los 2 supuestos brujos y se lo aplicó a una paciente suya que padecía de insomnio. La mujer cayó en un profundo sopor durante el cual soñó cosas disparatadas, lo que le convenció de que lo que decían los brujos y brujas era producto de alucinaciones.

Sin embargo, su experimento no logró convencer a los jueces; la supuesta bruja fue condenada a morir en la hoguera y el marido murió poco después en circunstancias misteriosas.

En su Discurso breve sobre la cura y preservación de la peste , afirma que no hay instrumento más apto que el médico para introducir la pestilencia por todas partes, y propone la formación de un cuerpo de médicos especializados en esta enfermedad.

En el Ducado de Lorena Andrés Laguna había tratado a enfermos de peste con una infusión a base de camaleón blanco, aunque también recomendó el camaleón negro, la aplicación de suero de leche en ayunas y agua con sal y vinagre. Desde la óptica humanista cabe destacar su discurso de sobre Europa que míseramente así misma se atormenta y lamenta su propia desgracia , que leyó en la Facultad de Artes de Colonia.

En él se adelanta a pensadores como Montaigne, Descartes, Montesquieu y Voltaire en fraguar la idea moderna de civilización europea opuesta a la barbarie: neutralidad religiosa, secularización del orden y la acción pública, principios idénticos de moral social y personal.

Luigi Anastasia, un químico orgánico que trabaja en la Universidad de Milán, publicó en un comentario en la revista Drug Discovery Today que tituló Ser un científico hoy: ¿nos divierte todavía? Su contenido viene a colación para contrastar la ciencia que practicaba Tracy Sonneborn, cuando en descubriera la conjugación entre paramecios, y la práctica actual de la ciencia.

Anastasia resume certeramente las actividades que actualmente desempeña un profesor de universidad: 50 correos electrónicos esperando respuesta, redacción de un proyecto de investigación para presentar en una convocatoria con plazos cortos, 2 o 3 manuscritos para evaluar con urgencia, la tesis de un colaborador que requiere una revisión extensa, las fútiles reuniones de departamento, la revisión por tercera vez de un manuscrito para el que los evaluadores piden nuevos experimentos, mantenerse al día con la jungla de datos poco contrastados que aparecen en el número creciente de revistas en soporte electrónico, la obsesión por publicar en revistas con el mayor impacto posible.

Un científico del siglo xxi se cataloga según la suma algebraica del dinero que consigue para sus proyectos, más el factor de impacto total de sus publicaciones, más su índice h, más el número de citaciones que reciben sus artículos.

Estos parámetros han matado la verdadera esencia de la ciencia, es decir, disfrutar con su práctica a la vez que pueda ser útil a la sociedad. Cuando los periodistas preguntaron a Salvador Moncada por su exclusión del Premio Nobel concedido al óxido nítrico contestó que «los científicos no trabajamos para que nos den premios».

Si nos los dan son bienvenidos, pero la recompensa a nuestro esfuerzo está en la belleza de la práctica de la ciencia, en su valor intrínseco —apuntó Moncada—.

Hace 2 años solicité la financiación por el MINECO de un proyecto de investigación. Los comentarios de los evaluadores fueron positivos y el proyecto se financió. Curiosamente, en sus comentarios notaron que mi grupo era productivo, pero que publicábamos en revistas de mediano impacto. desmerecen de otras revistas de biología molecular, genética o medicina, con mayores factores de impacto?

Los científicos deberíamos huir de las modas científicas como de la peste; debemos seguir con fidelidad nuestra línea de trabajo y perder el miedo a la famosa frase «publicar o perecer» pues, en cualquier caso, aunque publiquemos cientos de artículos en las modernas revistas con mayor factor de impacto, solo para cumplir con las exigencias y presiones de los burócratas de la ciencia, no vamos a ser más felices ni vamos a aportar nada útil a la sociedad, que paga nuestros salarios.

Hace tres años, la Estación Ciencia decidió cobrar el ingreso. Los recursos provenientes de los ingresos son reinvertidos en la infraestructura y en las exposiciones. Pero un sábado y un domingo por mes, la entrada es libre. La Estación Ciencia cuenta con 32 empleados y pasantes -estudiantes universitarios que reciben becas para trabajar como monitores.

El ejemplo y el desempeño de la Estación Ciencia no son un dato aislado. En la década de surgieron en el país decenas de centros de difusión científica, entre ellos el Museo de la Vida, de la Fundación Oswaldo Cruz de Río de Janeiro, o el Espacio Ciencia, entre las ciudades de Olinda y Recife, en Pernambuco.

La Asociación Brasileña de Centros y Museos de Ciencias ABCMC tienen un registro de más de cien instituciones, en general pequeñas y fundadas hace menos de 15 años.

El advenimiento de la Semana de Ciencia y Tecnología, creada por el gobierno federal, también pone en evidencia un público creciente alcanzado por la divulgación científica.

En , la primera edición de la semana reunió 1. En la más reciente, realizada el mes pasado y que tuvo como tema el centenario del vuelo del Bis, el número de eventos llegó a 9 mil.

La cuestión que se plantea es el impacto que iniciativas como ésta están obteniendo en el despertar de niños y jóvenes para la ciencia. La respuesta no es sencilla. Es posible que la experiencia de visitar un museo lúdico e interactivo cree una referencia en la vida de jóvenes estudiantes y, eventualmente, hasta los ayuden a definir su carrera -aunque no existen estudios en el país que dimensionen ese fenómeno.

Pero la mayoría de los frecuentadores de esos centros es de estudiantes que ya demuestran algún interés por temas científicos. El desafío, observa Ernst Hamburger, consiste en alcanzar a estudiantes que no presentan afinidad con la ciencia y, para eso, la existencia de un centro de difusión no es suficiente.

La Estación Ciencia apunta a afrontar esta cuestión yendo a las escuelas. El proyecto ABC en la Educación Científica — Manos en la Masa, coordinado por la Estación Ciencia en sociedad con la Academia Brasileña de Ciencias, apunta a llenar esa laguna con la capacitación de profesores de las redes estadual y municipal de enseñanza de São Paulo y alcanza más de mil alumnos.

Los días 9 y 10 de octubre fueron presentadas en São Carlos SP decenas de experimentos vinculados al programa, desde la observación de fenómenos naturales, como la transformación del renacuajo en sapo y del gusano en mariposa, hasta la construcción de prototipos de cohetes usando chatarra.

El Museo de Ciencias y Tecnología de la PUC de Porto Alegre dio otra solución para este problema. Montó un museo itinerante. Se trata de un camión que recorre ciudades llevando 60 kits de experimentos lúdicos. This article may be republished online under the CC-BY-NC-ND Creative Commons license.

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La emoción del descubrimiento. Stephanie Kwolek. Química. Inventora La emoción del descubrimiento. Centros de difusión científica, como la Estación Ciencia, ganan recursos y frecuentadores. Fabrício Marques · Edición nov Los periodistas tendemos a contener nuestras emociones. Pero es desde la emoción que revelamos hoy el descubrimiento en México de un

Emoción del Hallazgo - Un logro tan grande como el de descubrir cómo se expresan las emociones. Ese era uno de los retos que tenían que abordar en este curso para que La emoción del descubrimiento. Stephanie Kwolek. Química. Inventora La emoción del descubrimiento. Centros de difusión científica, como la Estación Ciencia, ganan recursos y frecuentadores. Fabrício Marques · Edición nov Los periodistas tendemos a contener nuestras emociones. Pero es desde la emoción que revelamos hoy el descubrimiento en México de un

Así que se puso a tomar fotografías de nuevo. La mancha estaba claramente sumergida en las nubes de Júpiter. En un lapso de 24 horas todo el mundo se enteró de que Júpiter acababa de experimentar su segundo encuentro registrado con un cometa el primero fue el impacto de los pedazos del cometa Shoemaker- Levy 9, en Estas tres historias muestran que descubrir exige ser capaz de reconocer que algo se sale de lo normal.

Y para eso, claro, primero hay que saber qué es lo normal, lo que se aprende tanto en clases como en el trabajo de investigación de todos los días. Los científicos no están esperando hacer descubrimientos en sus labores cotidianas. Su trabajo diario consiste en tratar de responder preguntas previamente formuladas o recopilar datos para usarlos más tarde.

Los descubrimientos vienen como extras. Dave Jurasevich ha sido astrónomo aficionado desde que tenía nueve años, es ingeniero químico de profesión y hoy en día, ya jubilado, ha empezado una nueva carrera como superintendente del Observatorio del Monte Wilson ubicado en el condado de Los Ángeles, en California, Estados Unidos.

De día atiende las instalaciones y los jardines. De noche, en sus propias palabras, despliega sus habilidades de "excelente creador de bonitas fotos digitales".

A fines de junio de se le ocurrió hacer un mosaico con fotos de cierta región de la constelación del Cisne, en concreto en las inmediaciones de la estrella Gama Cygni, también llamada Sadr.

Jurasevich reunió ocho imágenes con las que formó un mosaico una nebulosa de emisión es una nube de gas cargado eléctricamente que emite radiación.

Primero pensé que me había fallado la calibración de los aparatos y que aquello debía de ser la imagen de una mota de polvo". El objeto estaba tan cerca de la nebulosa, llamada Nebulosa de la Media Luna, que seguramente alguien ya lo habría visto si fuera real. Meticuloso como era, Jurasevich fue a sacar del archivo una foto de la misma parte del cielo tomada un año atrás con el mismo telescopio, pero con otra cámara y otra orientación.

Y ahí estaba otra vez el objeto. No podía ser una mota de polvo, tenía que ser real. Jurasevich revisó varios catálogos de nebulosas de emisión, así como la base de datos Simbad, donde se almacena información astronómica, y fotos del catálogo celeste del Observatorio del Monte Palomar que también está en California, en el condado de San Diego , pero nada.

El interés de Jurasevich creció. Sin saber qué hacer, le escribió a Dan Green, encargado del servicio de telegramas de la Unión Astronómica Internacional, para informarle que creía haber encontrado una nebulosa planetaria.

Las nebulosas planetarias son exhalaciones de gas que forman una nube alrededor de la estrella que las expulsa. Se llaman así porque los primeros observadores que las vieron pensaron que se parecían al disco del planeta Urano visto al telescopio.

Green le hizo un encargo a Jurasevich que le llevaría un año cumplir. Dice el fotógrafo: "Uno tiene que avanzar con la idea de que va a desmentir su descubrimiento".

Había que revisar catálogos menos conocidos, rebuscar en todas las fotografías de aficionados que pudiera encontrar y leer todos los artículos científicos pertinentes.

Un astrónomo le ofreció obtener el espectro del objeto, lo que no era fácil, porque éste era demasiado tenue y difícil de observar. Pero lo logró y obtuvo las inconfundibles líneas de emisión de una nebulosa planetaria. Hoy en día, el objeto tiene diversos nombres: PNG Desde el punto de vista personal, estoy feliz de haber hecho lo que hice.

Supongo que ninguna. La historia de la ciencia está sembrada de clamorosos anuncios de grandes descubrimientos que luego quedaron en nada porque alguien no buscó el error con suficiente cuidado. Dos casos sonados: el supuesto descubrimiento de Vulcano, inexistente planeta más cercano al Sol que Mercurio, y la fusión fría, método para extraer grandes cantidades de energía a partir de agua simple que resultó un fiasco.

Si bien no hay mucha ciencia que se pueda hacer en el hogar por ejemplo, es notoria la escasez de físicos nucleares caseros , en astronomía se pueden realizar descubrimientos importantes siendo aficionado e incluso estudiante.

Dave Jurasevich descubre la Nebulosa de la Burbuja de Jabón. Foto: T. Pero le gusta la ciencia y la música. Impartía todas las materias.

En aquella época también era maestra de música, lo que explica cómo me enteré de este proyecto: soy fan del grupo Queen, y su guitarrista, Brian May, es astrofísico. En las vacaciones de verano de leí en su página web acerca del proyecto Galaxy Zoo Zoológico de Galaxias , recién creado por su amigo Chris Lintott".

Galaxy Zoo es una base de datos con un millón de fotos de galaxias que el usuario ayuda a clasificar por su forma: espirales, elípticas, barradas, etcétera. Un solo astrónomo jamás podría clasificarlas todas, pero con ayuda de muchas personas se puede lograr.

La página web del proyecto empieza por una capacitación en la que el usuario practica la tarea de comparar fotografías de galaxias con ejemplos cuyas formas se conocen.

Luego hay que poner manos a la obra. Tras varias semanas de clasificar galaxias, Hanny van Arkel vio un borrón azul en una foto.

Primero consultó la sección de preguntas frecuentes de la página, pero fue en vano. Entonces ingresó al foro de discusión de Galaxy Zoo y preguntó: ¿Qué será esta mancha azul en mi foto?

Lo primero que le respondieron los profesionales fue que no estaban seguros. Dice Hanny: "Lo observaban con distintos telescopios y no dejaban de encontrar cosas extrañas acerca de este objeto. Al cabo de un año, los astrónomos profesionales llegaron a la conclusión de que se trataba de un descubrimiento importante.

Chris me llamó para decírmelo y avisarme que lo iba a anunciar al mundo. Me preguntó si me molestaría dar entrevistas.

Recuerdo que me dije: 'Sí, claro. Ordené algo para comer en un bar y para cuando terminó la última entrevista radiofónica, mis amigos ya había acabado de cenar. El material se dio por perdido durante décadas hasta que la cineasta Trisha Ziff lo descubrió hace unas semanas.

Nuestro colaborador, el escritor mexicano Juan Villoro , ha sido testigo del proceso. Esto le convirtió en el mejor relator de las peripecias de una vieja caja repleta de trozos del mayor drama del siglo XX español.

Eso le permite trasladar toda su emoción a los lectores de EL PERIÓDICO. Ver noticias guardadas. Opinión Opinión Editoriales Autores The Conversation. Aquí participaban los que podían coger la cámara. Eso sí, «ajustándose a sus necesidades, todos los colectivos pueden hacer talleres.

Hay que abrir una puerta hacia eso». Aquella fue una pequeña revolución. Al ponerse detrás del objetivo, los dos organizadores descubrían que « retratan de una manera que se escapa de la teoría del concepto mental y se van a lo práctico: a la carcajada, a la lágrima».

Como indica Romá, «es una manera muy interesante de trabajar con personas que lo hacen porque tienen modelos mentales diferentes y para ellos la fotografía es maravillosa. Igual que los fotógrafos tratamos de buscar una cosa preconcebida, ellos siempre buscan algo distinto porque lo suyo es distinto.

Y recogen detalles en los que nunca me habría fijado, como un rótulo de la pared, o un grafiti en una farola». Cortés corrobora esa sensación en la que reconoce que se ha sorprendido por el resultado conseguido, que refleja la mirada que tienen: « Son muy detallistas, tienen una imaginación estupenda ».

La exposición ¿Me ves? es un reflejo también del «auge de la fotografía participativa en la que se da valor a otros colectivos para que puedan exponer sus forma de expresarse», apunta Cortés.

En este caso, el proceso parecía a priori lo importante, como afirmaba Romá: el empoderarlos al darles un instrumento. La fotógrafa recuerda que las salidas que hicieron les sirvieron para romper barreras. Las propias y las de los demás: «Les dijimos que tenían que pedir permiso antes de fotografiar a alguien.

Duration La emoción del descubrimiento. Stephanie Kwolek. Química. Inventora Un hallazgo propio puede inspirar una vocación científica que dure toda la vida. Lawrence Krumenaker estudió astronomía en la Universidad Case Western: Emoción del Hallazgo





















Las imágenes que The New Emoción del Hallazgo Times y EL Eoción ofrecen hoy de forma simultánea son solo Emoicón pequeñísima muestra del sorprendente hallazgo. Quiero también hacer constar la excelente labor mEoción apoyo Emoción del Hallazgo la Fundación Lilly presta a Emodión investigación en las ciencias médicas y Emoción del Hallazgo la educación médica. De todos Programas de póker inteligentes experimentos Hal,azgo en la UAM durante más Emoción del Hallazgo Emooción cuarto Experiencia de usuario innovadora siglo, por docenas de mis colaboradores en las áreas de la neurotransmisión y la neuroprotección farmacológica, me gustaría destacar el estudio de las alteraciones que sufre el poro de fusión exocitótica en un modelo de ratón transgénico que reproduce, con bastante fidelidad clínica, la esclerosis lateral amiotrófica humana familiar; esas alteraciones dan lugar a un enlentecimiento de la exocitosis que podría explicar algunas de las disfunciones sinápticas que acontecen en esta incapacitante enfermedad neurodegenerativa. En años sucesivos se produjo una competición para identificar la naturaleza química del EDRF. De hecho, su interés por la botánica médica se refleja en el hecho de que en los Países Bajos y en otros lugares de Europa en los que vivió, hizo herbolarios para comprobar las prescripciones de Dioscórides. Pero le gusta la ciencia Por ello, los registros iniciales publicados por Neher y Sakmann, aunque ruidosos, despertaron gran interés, si bien la técnica de patch-clamp , que así la bautizarían, no tuvo inicialmente amplia difusión. es en pt. Sorprendentemente, cuando Otto Loewi transfirió la solución salina que bañaba el corazón donador cuyo nervio parasimpático había estimulado, al corazón receptor no estimulado, este también se paró. Ver noticias guardadas. De noche, en sus propias palabras, despliega sus habilidades de "excelente creador de bonitas fotos digitales". Si bien descubrir exige saber reconocer que algo se sale de lo normal, con frecuencia los descubrimientos ocurren por suerte o por accidente, aunque sólo cuando uno está en la situación adecuada y en el momento oportuno. La emoción del descubrimiento. Stephanie Kwolek. Química. Inventora La emoción del descubrimiento. Centros de difusión científica, como la Estación Ciencia, ganan recursos y frecuentadores. Fabrício Marques · Edición nov Los periodistas tendemos a contener nuestras emociones. Pero es desde la emoción que revelamos hoy el descubrimiento en México de un La emoción del descubrimiento. Stephanie Kwolek. Química. Inventora ¡Eureka! o la emoción del descubrimiento. De la Blanca de la Paz, Soledad ; Burgos Bolós, Consuelo ; Hidalgo Navarrete, José. [1] Centro de Los periodistas tendemos a contener nuestras emociones. Pero es desde la emoción que revelamos hoy el descubrimiento en México de un Un hallazgo propio puede inspirar una vocación científica que dure toda la vida. Lawrence Krumenaker estudió astronomía en la Universidad Case Western El día 5 de mayo de Furchgott escribió en el cuaderno de su técnico, David Davison, un experimento con un protocolo que consistía en la preparación de Un logro tan grande como el de descubrir cómo se expresan las emociones. Ese era uno de los retos que tenían que abordar en este curso para que Emoción del Hallazgo
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El descubrimiento de las emociones

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